Hemos dado inicio a un año lleno de nuevas oportunidades; comenzamos con retos y sueños por alcanzar y con la confianza de que, con la ayuda de Dios, podremos lograrlo. Pero no es una fórmula mágica, es importante que exista voluntad de hacer las cosas para conseguir lo que queremos: esfuerzo, dedicación y perseverancia.

Continuemos nuestro año queriendo ser mejores personas, amándonos a nosotros mismos, buscando lo que nos da paz, lo que nos llena el corazón, para poder darnos a los demás, pues es así como crece nuestras felicidad: experimentándola en el otro.

Seamos líderes cristianos, seamos ejemplo e inspiración de otros, escuchemos al que necesita ser escuchado, oremos por quien necesita una oración, pongamos nuestros dones al servicio de los demás, que nuestros hijos/ alumnos sean influenciados por lo que ven en nosotros y no por el materialismo con el que son bombardeados.

Este año, que dentro de nuestros propósitos esté el ser auténticos y no dejarnos llevar por la manada, mostrar lo que verdaderamente vive en nuestro corazón, y, de una vez por todas, quitémonos las máscaras para ser lo que estamos llamados a ser por Dios: personas perfectamente imperfectas tratando de alcanzar la santidad día tras día.

Para poder continuar el resto de los meses con esa fuerza y energía positiva con la que iniciamos el año, será necesario estar en constante comunicación con Dios. Diariamente dedícale unos minutos a Él y serás testigo de cómo tu vida comienza a ordenarse, y aunque quizá no todos los problemas se solucionen, tú estarás en paz y podrás ver la vida de una manera distinta. Escucha en el silencio de la oración lo que Dios quiere para ti.

¡Que Dios bendiga nuestro 2022!